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Quiero contarte una historia que puede que te parezca familiar. Es una que escucho con demasiada frecuencia cuando las madres luchan por ayudar la autoestima de sus hijas. Este problema es uno que la mayoría de las niñas enfrentan en algún momento de sus vidas y ¡puede ser difícil de abordar para mamá! Pero, ¿y si el problema no es realmente la autoestima?

Jenny no habla.

Sus ojos están desviados con enojo, pero es evidente que son de un hermoso y profundo color azul. Su cabello es rubio y hermoso. Los atributos físicos de Jenny la convertirían en una niña de póster estadounidense, pero le falta el brillo que debería haber en una niña de diez años.

Su mamá explica el problema. “Jenny no cree que sea bonita”, dijo. “Llora todos los días después de la escuela y dice que no volverá porque está gorda”. Jenny tiene un peso saludable para su edad. No tiene bajo peso ni sobrepeso. Tiene el peso adecuado. La mejor manera de describirla sería como atlética. Como Jenny no estaba hablando con nosotros pero su madre si, una voluntaria se ofreció para llevarse a  Jenny a comer un pastel en la otra habitación. “¿Qué piensas acerca de tu peso?”, le preguntamos a la madre cuando Jenny estaba fuera del alcance del oído.

La madre, que era igualmente bella y tenía un peso inferior al promedio, mira al suelo y vacila antes de decir: “He ganado cinco libras en los últimos meses. Estoy engordando y eso me molesta. Es muy triste para mí que, de adulta, todavía me preocupe lo que piense la gente. Pensé que lo superaría con el paso del tiempo y me di cuenta de que YO SOY la que se lo pasó a mi hija… No quiero que ella se preocupe por su peso y, sin embargo, YO LO HAGO “

Ella comenzó a llorar.

Si tan solo esa historia fuera ficción. Pero no lo es.

Eso sucedió en uno de mis grupos de enfoque de Mentiras que las Niñas Creen. Quería estar en contacto con la realidad de la crianza de las madres de niñas de 8 a 12 años de edad, así que viajé por todo el país para promover grupos de enfoque con ellas. En cada una de estas reuniones, les pregunté a las mamás: “¿Hay alguna parte del cuerpo o del rostro de su hija que a ella no le guste”? El 50% dijo que sí. Luego les pregunté esto: “Si dijiste que sí, ¿cómo te sientes tú con esa parte de tu cuerpo o cara?” El 28% dijo que tampoco le gustaba la misma parte de su propio cuerpo o rostro. El 17% no estaba seguro.

La comprensión nos afectó a todos. Una cosa es esperar y creer que nuestras hijas no enfrentarán las mismas batallas de belleza que tenemos. Otra muy distinta es considerar el hecho de que en realidad podríamos ser nosotras quienes la estamos introduciendo a dicha pelea.

Entonces, ¿cómo ayudamos a nuestras niñas? ¡Tenemos que dejar de decirnos mentiras a nosotras mismas! Aquí hay una grande:

“Lo que siento por mi cuerpo no le afectará a ella”.

Según un artículo del Wall Street Journal, un estudio encontró que el 80% de las niñas de diez años ya habían hecho dietas para perder peso. La anorexia y la bulimia van en aumento. Del treinta al cuarenta por ciento de las mujeres piensa en la imagen corporal todos los días y casi la mitad de ellas dice que es porque sus madres lo hicieron. Resienten a sus madres por ello. 1

Las mentiras que creemos se transmiten fácilmente a nuestras hijas.

Cuando se trata de su cuerpo y belleza, es mejor entender la verdad por verla modelada que enseñada. Sé que no tienes ningún problema en leer el Salmo 139 y creer que tu hija está “hecha de manera admirable y maravillosa”, pero ¿lo crees acerca de ti?

Por supuesto, no creo que nuestra mayor preocupación por nuestras hijas deba ser la belleza. Deberíamos estar más preocupadas por las mentiras sobre Dios. Pero, aparentemente, realmente no lo estamos.

Otra pregunta que les hice a las mamás en mis grupos de enfoque fue la siguiente: “¿Qué tipo de mentiras te preocupan más?” La categoría número uno fue la “autoestima”, el 32% afirmó que era su mayor preocupación. Continué con esta pregunta: “¿Con qué lucha tu hija con lo que tú no hayas luchado cuando tenías su edad?” Hice hincapié en que no preguntaba qué temían las mamás que fuera un problema, sino con qué era un problema en la vida de sus hijas en ese momento. Su respuesta número uno: sentido de derecho propio. En el 23% de las encuestadas, este era el líder fugitivo.

¿Ves la contradicción?

Por un lado, las mamás nos pedían que ayudáramos a sus hijas a tener mejor autoestima. Por otro lado, las mamás reconocieron que sus hijas luchan con el sentido de auto derecho. (Entenderse merecedora de privilegios no ganados.) Esta contradicción revela que nuestros propios corazones pueden confundirse y, a veces, incluso equivocarse cuando se trata de formar niñas. También deseo y oro para que las mamás dejen de decirse a sí mismas esta mentira:
“Lo más importante al formar a las niñas es proteger su autoestima”.

Lo más importante de formar a las niñas no es lo que sienten por sí mismas, sino lo que Dios dice acerca de ellas. Cada uno de los libros de la serie de Nancy DeMoss Wolgemuth’s Lies We Believe (Mentiras que Creemos) comienza con mentiras que creemos acerca de Dios. ¿Por qué? Porque nada es más importante que desarraigar las mentiras que creemos acerca de Dios y reemplazarlas con la Verdad. Si tu hija cree mentiras acerca de Dios, terminará creyendo muchas otras mentiras sobre todo lo demás. Nada importa más que esto.

A menudo nos confundimos fácilmente cuando se trata de cómo enseñamos la Verdad a nuestras hijas y qué temas son más importantes. Al menos, esa es la conclusión a la que llegué como madre. Hacer esta investigación me ayudó a ver con más claridad y espero que ayude a muchas mamás a hacer lo mismo al leer el informe completo de mi trabajo en La Guía para Madres Acerca de las Mentiras que las Niñas Creen. Porque si no podemos ver la Verdad, tendremos dificultades para enseñarla a nuestras niñas.

En cuanto a la preocupación por la autoestima, tengo esto que decir:

Tu hija no necesita más autoestima. Necesita estimar más a Dios. Si comprende quién es Dios, comprenderá su propio valor, pero no se dará más importancia a ella misma de la que debe.  

1 https://www.wsj.com/articles/SB100014240529702047318045743868222457317102 Esto es algo que he declarado públicamente durante muchos años y también lo publiqué en Raising Body Confident Daughters  (Criando Niñas Satisfechas con sus Cuerpos), Abril de 2015, Harvest House.


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