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Por Dannah Gresh

Tal vez tú, como yo, has estado confundida últimamente sobre cómo o qué orar. Por primera vez en mi vida me he sentido insegura de las cosas y parecía que cada vez que iniciaba una conversación con Dios estaba… bloqueada, en blanco, vacía…

¿Puedes identificarte conmigo?

Todo cambió para mí el 1º de octubre pasado. Ese fue el día en que me uní a mujeres de todo el mundo para el Reto de oración “¡Clama!”, organizado por nuestro ministerio hermano, Aviva Nuestros Corazones. Qué emocionante fue despertar esa mañana y recibir en mi bandeja un correo electrónico que me decía cómo orar. Sé que otras deben haberse sentido tan aliviadas como yo. Las noticias de ese día se extendieron como la pólvora: mi voz sería la de un coro de decenas de miles de mujeres. Debido a que ese reto se hizo viral ⎯se tradujo a cuando menos ocho idiomas⎯, fue imposible determinar exactamente cuántas mujeres se unieron. Podemos confirmar que hubo al menos 20,000 mujeres registradas directamente a través de la página web de los ministerios, pero hubo mujeres de todo el mundo que compartieron los mensajes de correo en WhatsApp, lo que hizo imposible rastrear quiénes estuvieron orando realmente con nosotras. (¡Una sola mujer lo estuvo compartiendo con varios grupos de WhatsApp e involucró a alrededor de 1,000 mujeres!)

¡Esto es algo absolutamente motivador!

En lugar de sentirme desalentada e insegura acerca de la oración, la noche de nuestro primer día de oración en el reto di una larga caminata de oración con el Señor y me sorprendí cuando estallé espontáneamente en una oración basada en el reto enviado por correo electrónico, en el que había participado diez horas antes. ¡De verdad ESTALLÉ! Un río de asombro, admiración, reverencia y entusiasmo por hablar con el Dios del Universo fluía de mi boca mientras contemplaba la puesta de sol sobre un campo de maíz dorado. Mis oraciones han vuelto a mí. ¡Estoy desbloqueada!

Esto es lo que me di cuenta que había sucedido: mi confusión e incertidumbre eran, de hecho, tanto un síntoma de un problema en mi vida de oración como el fruto de Dios que me condujo hacia algo más auténtico. Con la creciente controversia en nuestra cultura sobre casi cualquier tema importante digno de una conversación, mis oraciones están siendo redirigidas. Me veo obligada a dejar de pedirle a Dios por mis necesidades, mis deseos, mi comodidad, mi provisión y mis opiniones, y ahora empiezo a preguntarle a Dios qué quiere Él.

Mi amiga, la Dra. Karen Ellis, llama a este tipo de intercesión una “Oración del Reino”. Son aquellas oraciones que iniciamos dándole permiso a Dios para alterar nuestra vida, nuestro mundo y nuestro orden social a fin de dar paso al poder de Su reino en este mundo roto. Cuando las cosas se ponen lo suficientemente mal, hacemos a un lado nuestra comodidad y comenzamos a orar el tipo de oraciones que leemos en las Escrituras.

  • “Señor, no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
  • “¡Venga tu reino!”
  • “¡Hágase tu voluntad!”

En resumen, ¡comenzamos a orar de la manera en que Jesús nos instruyó! Tomamos como modelo lo que se ora en las páginas de la Biblia. ¿Por qué? Porque Dios actúa a través de Sus propias palabras. Hebreos 4:12 dice:

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Quiero ese poder “vivo” y “eficaz” en mis oraciones. También quiero y necesito discernimiento como nunca antes, ¡pero solo la Palabra de Dios puede realmente darme eso! Mi vida de oración ha sido complicada y se ha visto comprometida al permitir que las noticias dirijan mis peticiones en lugar de deleitarme con las Escrituras y que ellas guíen mi conversación con Dios. Creo que si hacemos esto con una voz unificada, comenzaremos a ver a Dios moverse en nuestro mundo.

“Cuando oramos a Dios conforme a las Escrituras, Él no puede decirnos que no”. 

-Dra. Karen Ellis


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