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Por Dannah Gresh, Fundadora de Chica Verdadera 


Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones, sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.
Salmo 1:1-3 

La presión social ha existido durante mucho tiempo. Ésta puede ser negativa. O puede ser positiva. Pero en todos mis años de vida nunca he escuchado hablar de un resultado final más preocupante que el que leí recientemente en Daño Irreversible: La Locura Del Transgénero Seduciendo A Nuestras Hijas por Abigail Shrier. Esta intelectual periodista ha tomado una posición valiente sobre el tema de la disforia de género, una condición psicológica caracterizada por una incomodidad severa y persistente en el sexo biológico. Ella ha encontrado una correlación entre la presión social y la disforia de género entre las chicas.

La disforia de género generalmente empieza en la infancia temprana. Cerca de los cuatro años, los niños a veces demuestran  inconformidad con su género. Pero en la mayoría de los casos (hasta en un 70%) la disforia infantil se resuelve. Pero históricamente, ha sido un problema que solo enfrentan los niños. Pero desde aproximadamente  2012, esto ha cambiado, dramáticamente.   Ha habido un aumento repentino de niñas que están luchando y generalmente son preadolescentes, adolescentes o mujeres jóvenes en edad universitaria. No preescolares.

Un psicólogo intelectualmente honesto se hará la pregunta:
¿Por qué el cambio repentino?

Abigail fue lo suficientemente valiente para hacerlo. Ella siguió los casos de chicas que estaban en transición  o luchando y encontró algo alarmante: grupos de niñas en un solo grado de repente descubrieron todas las identidades transgénero juntas. Estas chicas suplicaban hormonas y estaban desesperadas por operarse. La presión de los compañeros las estaba llevando a mutilar sus cuerpos y cambiar su “identidad”.

Abigail  Shrier, a pesar de estar perfectamente cómoda con adultos que se identifican auténticamente como transgénero, fue atacada por arrojar luz sobre esta tendencia. Pero ella no cedió a la presión de sus compañeros. (Consulta las páginas xi-xxii para leer de la presión social).

La presión social no es una broma. Tómalo en serio. Hazte estas preguntas:

  • ¿Las amistades con las que sale mi hija son de familias que comparten  mis  mismos valores? 
  • ¿Las amistades de mi hija influyen en cómo piensa y se comporta?
  • ¿Esas influencias son buenas o malas?
  • ¿Mi hija hace cosas por presión social?
  • ¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste si lo estaba experimentando? 

Es muy importante hablar con ella acerca de estas cosas. La presión equivocada puede ponerla en un camino directo hacia estilos de vida pecaminosos y poco saludables 


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