
Por Marlene Luna
He visto a Dios orquestar amistades en cada etapa de mi vida, mujeres que han sido bálsamo y bendición. Sin embargo, tengo que ser honesta: hubo un momento en mi maternidad en el que me sentí sola. Rodeada de gente, pero sintiéndome sola. ¿Te ha pasado?
Recuerdo haber orado con el corazón en la mano, pidiéndole al Señor que me rodeara de mujeres piadosas y sabias. Y Dios, en Su fidelidad, me respondió. Me rodeó de mujeres que no solo me escucharon, sino que me dirigieron a Cristo. Qué hermoso regalo es la comunidad cuando proviene de Su mano.
Diseñadas para la comunidad
Fuimos creadas para caminar juntas. La Biblia lo dice con claridad: “Mejor son dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡ Ay del que cae y no tiene quien lo levante”. Eclesiastés 4:9-10.
Sin una comunidad de fe que nos apoye emocional y espiritualmente, la vida puede volverse desafiante. ¿A quién acudes cuando necesitas apoyo?
Elisabeth Elliot dijo: “Cuando entregamos nuestras cargas al Señor y permitimos que otros nos ayuden, encontramos que la fuerza se multiplica en la comunidad de los santos.” Dios nos diseñó para sostenernos unos a otros.
Cómo construir una comunidad que te apunte a Cristo
Si anhelas rodearte de mujeres que te animen en la fe, aquí tienes algunos pasos que me ayudaron:
1. Ora con intencionalidad
Pídele a Dios que te guíe hacia relaciones que nutran tu caminar con Él. Él es fiel para responder a nuestras peticiones cuando buscamos Su dirección.
2. Da el primer paso
No esperes a que las conexiones lleguen solas. Busca activamente grupos de estudio bíblico, ministerios de mujeres o redes de mamás cristianas. La comunidad requiere acción.
3. Sé intencional y paciente
Las relaciones profundas no nacen de la noche a la mañana. Requieren tiempo, esfuerzo y vulnerabilidad. Sé la amiga que deseas tener.
4. Atrévete a ser transparente
Muchas veces, el temor al rechazo nos impide abrir nuestro corazón. Pero Dios nos llama a caminar juntas, a compartir nuestras cargas y fortalecernos mutuamente.
5. Sé de bendición para otras
No solo se trata de recibir, sino de dar. Anima a otras con un mensaje, una oración o incluso con gestos prácticos como cocinar una comida o cuidar a sus hijos por un rato. Un pequeño acto de amor puede hacer una gran diferencia.
“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo”. Gálatas 6:2.
El Impacto en nuestros hijos
Nuestros hijos siempre están observando, absorbiendo lo que ven en nosotras. Si nos rodeamos de una comunidad de fe, ellos también aprenderán el valor de tener amigos que los apunten a Cristo. Crecerán sabiendo que la vida no se camina en solitario y que Dios nos ha dado personas para animarnos y levantarnos en los momentos difíciles.
Cuando nuestros hijos nos ven compartir con otras mujeres, orar juntas y servirnos unas a otras, ellos aprenden lo que significa ser parte del cuerpo de Cristo. ¿Cómo queremos que sean sus amistades en el futuro? El ejemplo que les damos hoy puede marcar la diferencia en las relaciones que ellos construirán mañana.
Tener una comunidad que nos sostenga nos fortalece a nosotras, pero también deja un legado en nuestros hijos. Ellos aprenderán que pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de sabiduría. Aprenderán que el amor de Cristo se experimenta también a través de nuestros amigos y hermanos en la fe que nos levantan en tiempos difíciles.
“Instruye al niño en el camino, y aun en su vejez no lo abandonará”. Proverbios 22:6.
Que nuestra comunidad sea un reflejo de la gracia de Dios en nuestras vidas, para que nuestros hijos vean y anhelen caminar con amigos que los acerquen a Jesús.
Da el primer paso hoy
No estás sola. Dios ha provisto personas para caminar contigo en esta travesía. ¿Qué tal si hoy comienzas con una oración? Pero no te detengas ahí… ¡Sigue avanzando! La comunidad que anhelas puede estar más cerca de lo que imaginas.
Y quiero dejarte con esta frase final de Nancy DeMoss Wolgemuth que dice: “Cuando nos rodeamos de hermanas en la fe, encontramos fortaleza y renovación para seguir el llamado de Dios con valentía.”
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