
Si has llegado hasta aquí, es porque en tu corazón, igual que en el mío, hay un deseo de cambiar la historia e impactar la vida de nuestros hijos.
Un anhelo de criar hijos que no solo sean exitosos o productivos… sino hijos que también sepan vivir en la paz que Dios nos ofrece.
Hijos que no tengan miedo de detenerse, respirar y descansar en Dios.
Pero tal vez te pasa como a mí:
Sabes que es importante…
Quieres hacerlo diferente…
¿Pero cómo puedo empezar cuando el ritmo de casa ya está super acelerado?
Déjame abrirte mi corazón.
Cuando me di cuenta de que necesitábamos hacer cambios en nuestra rutina, sentí temor. Me preguntaba:
“¿Mi esposo y yo estamos de acuerdo en hacer esto?”
“¿Y si mis hijas se aburren?”
“¿Y si siente que no está haciendo ‘nada importante’?”
“¿Y si yo misma no sé cómo sostener esos espacios de descanso con persisistencia?”
Pero ¿sabes qué? Dios no nos llama a hacerlo perfecto. Él nos llama a caminar en obediencia, un paso a la vez. Así que quiero compartirte algunos pasos sencillos, que a mí me han servido mucho, y que sé que pueden traer paz también a tu hogar.
- Modela el descanso
No podemos enseñar lo que no vivimos. Nuestros hijos necesitan vernos deteniéndonos intencionalmente.
– Cerrando la computadora.
– Dejando el celular a un lado.
– Respirando profundo.
– Leyendo un libro por gusto.
– Orando en silencio.
– Disfrutando el presente sin correr hacia el siguiente “hacer”.
Recuerda, el descanso empieza con nosotros. - Haz del descanso una parte visible de la rutina
Así como ponemos en el calendario las clases, las tareas, las actividades… ¡Pongamos también el descanso!
– Tiempo de lectura tranquila.
– Tiempo de juego libre sin pantallas.
– Tiempo de salir a caminar en familia, sin prisa.
– Tiempo para hacer “nada” y disfrutarlo.
No es necesario llenar todas las horas de nuestro día. En el silencio también podemos crecer. - Enseña el valor del silencio y la espera
Vivimos en un mundo que quiere todo de inmediato, pero en el Reino de Dios, el crecimiento lleva su tiempo… es un proceso.
Hay siembra.
Hay espera.
Hay cosecha.
Ayudemos a nuestros hijos a abrazar los momentos de silencio, de espera, de calma, como parte de la vida que Dios diseñó.
Podemos decirles cosas como:
– “No pasa nada si no hacemos algo ahora mismo. También es bonito simplemente estar juntos.”
– “Esperar nos enseña a confiar en Dios.”
– “El silencio es un regalo para escuchar mejor la voz de Dios y meditar en Su verdad.” - Ora intencionalmente por esto
Yo diría que el descanso es un acto de fe. Es confiar en que Dios sostiene el mundo aun cuando yo dejo de hacer.
– Ora por ti.
– Ora por tus hijos.
– Ora por tu hogar.
Pídele al Señor que te ayude a sembrar un ritmo diferente, uno que esté alineado a Su corazón, no a lo que el mundo ofrece.
“En paz me acostaré y asimismo dormiré; porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado.” Salmos 4:8
Si al leer has identificado que tú y tu familia llevan un ritmo acelerado, y que en tu hogar necesitan aprender a descansar, no estás sola.
Este es un hermoso momento para hacer un alto. No para llenarte de culpa, sino para abrazar la gracia de Dios que nos invita una y otra vez a volver a Su diseño. Dios no espera perfección de nosotros como padres; Él anhela corazones sensibles, dispuestos a ser guiados por Él.
Recuerda, en un mundo que corre sin parar, nuestros hogares pueden ser un refugio de paz. Un lugar donde nuestros hijos aprendan, que no necesitan estar siempre “haciendo” para ser valiosos. Un lugar donde la quietud sea vista como un regalo… y no como una pérdida de tiempo.
Así que te animo hoy: toma la mano de tu Salvador, permite que Él marque el ritmo de tu vida y la de tu familia. No temas comenzar de nuevo, no temas ir más lento. Porque en Su tiempo… todo florece.
Estoy orando para que este proceso sea para ti y tu familia un testimonio vivo de Su bondad.
Escrito por Marlene Luna
Leave a Reply